Por Elsa González-Esteban (Universitat Jaume I) Pedro Francés (Universidad de Granada)
En los años noventa nuestra asociación trabajo intensamente para demostrar con argumentos ético-filosóficos, sociológico-empíricos y económico-empresariales que la ética en la economía y en la empresa es rentable. Una tesis que quedo sobradamente demostrada por muchos estudios académicos y ejemplos prácticos que nuestros socios y socias desarrollaron y experimentaron.
La rentabilidad se manifestaba en relaciones duraderas con los stakeholders basadas en la confianza y en la reputación. También se mostraba en la innovación, creatividad y generación de capital social por parte de las organizaciones que apostaban por fuertes culturas éticas y un sólido clima ético. Se mostraba en definitiva que los resultados económicos no solo no eran inferiores, sino que eran iguales o superiores, y más sostenibles, en las organizaciones comprometidas con valores éticos.
Con el eslogan de la ética es rentable se quería transmitir de modo muy sintético que la rentabilidad económica y empresarial requieren de decisiones basadas en razones de justicia, de prudencia y de estrategia que debían darse al mismo tiempo. Por tanto, que los liderazgos éticos son necesarios para que la economía, los mercados, y las empresas, que son instituciones sociales, funcionen y desarrollen su actividad en vistas a los problemas y necesidades sociales siendo conscientes en su gestión de los impactos sociales, económicos y medioambientales que generan. Impactos que pueden ser positivos y negativos.
En tiempos de pandemia, queremos destacar que aquellas tomas de decisiones en economía y empresa que han surgido de este compromiso con valores compartidos han demostrado, podríamos decir en términos orteguianos, estar “altas de moral” ante la realidad social y sanitaria vivida.
Las empresas son rentables cuando generan valor para todos y para cada uno de sus stakeholders, por tanto cuando se comprometen con altura moral con la realidad de su entorno buscando soluciones conjuntamente a los retos sociales. Durante este tiempo de pandemia diferentes estudios han mostrado como la confianza de los trabajadores, de los consumidores y usuarios así como de la sociedad en general aumentaba con respecto a aquellas medidas y actuaciones económico-empresariales que trabajaban en la búsqueda de soluciones a la pandemia o que trataban de amortiguar las consecuencias negativas de la pandemia en los trabajadores, inquilinos, inversores, etc.
La sociedad espera un compromiso con los problemas sociales por parte de la economía y la empresa que provengan del convencimiento y generen valor para todos. En el Informe especial de marzo 2020 del Barómetro EDELMAN sobre la confianza en las marcas en tiempos de coronavirus se muestra que un 89 % considera que las marcas para mantener su confianza, aunque no estén obligadas por ley, deberían: “Pasar a fabricar productos que ayuden a las personas a superar los retos” y “Ofrecer productos gratuitos o a menor precio a los trabajadores de la salud, a las personas de alto riesgo y a aquellos cuyos puestos de trabajo se han visto afectados”. Y un 54 % afirman que “Ahora mismo no presto atención a los nuevos productos a menos que estén diseñados para ayudarme con mis retos vitales relacionados con la pandemia”.
En esta newsletter queremos poner la mirada en esas actuaciones económicas o empresariales que son el reflejo de un convencimiento por la rentabilidad de la ética para la empresa, y nosotros añadimos, y para la sociedad en su conjunto.
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