Por Antonio Argandoña
Perdón por la insistencia en el tema de la entrada anterior, pero es que me recomendaron este spot publicitario de Ikea para las Navidades (aquí), y dije: “¡Vaya!, voy a tener que volver a hablar de las personas“. Os lo recomiendo, también si ya lo habéis visto. Incluido el final, cuando guardan los móviles en una caja antes de empezar a cenar.
¿Conoces a tu familia?, se pregunta el spot. Sí, claro. ¿Los conoces de verdad, a fondo? ¿Sabes lo que les gusta, lo que les preocupa, los éxitos o fracasos que tuvieron, las vergüenzas que pasaron y las alegrías que han tenido? ¿No? Pues te falta algo por conocer.
Como es lógico, en un profesor (jubilado) de business, esto lo aplico a todas las personas. Si convives con treinta o cuarenta en tu empresa, no puedes conocerlos, porque habrías dejado de rendir hace ya unos meses. Te propongo objetivos más cercanos: intenta mini-conversaciones con tus compañeros, jefes y subordinados; con los vecinos (sí, ya sé que es muy difícil), con todas las personas…
Si eres directivo de empresa, esto es más importante. Ya os conté la historieta que leí hace tiempo, y que os voy a repetir. El nuevo Presidente de la empresa va a visitar una de las fábricas; el gerente le espera en la puerta, “buenos días, señor Presidente, bienvenido”. Entran. “Vamos a saludar a la recepcionista”, dice el gerente. El Presidente le mira con gesto de sorpresa. El gerente aclara: “Señor Presidente, usted y yo hablamos cada día con, ¿cuántos clientes? ¿Seis, diez? Esta señora habla con todos, es la voz de la empresa, es la puerta de entrada. Una voz cálida o destemplada, complaciente o hiriente, amiga o enemiga… Venga, vamos a saludarla”.
No es (solo) por eficiencia y productividad. Es por humanidad. Y por egoísmo, del bueno. Esa persona es el activo más importante que tenemos. ¡Hala!, vamos a saludarle, y a preguntarle si encuentra atascos por la mañana cuando viene a la fábrica, y si su hija saca buenas notas en el colegio… Y no olvides felicitarla por su cumpleaños. Por lo menos, propóntelo, cada día. Tu cuenta de resultados no se resentirá, y tu humanidad tendrá un subidón.