Por Germán Granda
Miles de ciudadanos habrán pasado este fin de semana por los cines de todo el mundo para ver la última película de la saga de Star Wars, El despertar de la fuerza. Probablemente un buen título también para reflejar lo que sentimos muchos tras los resultados de la COP 21.
El 12 de diciembre de 2015 se consiguió el acuerdo definitivo, aprobado por consenso de los 195 países presentes. El acuerdo de París consigue varios elementos que lo posicionan como histórico, entre los que destacan su dimensión universal y su entidad jurídicamente vinculante. También es equilibrado y dinámico e incluye elementos que muy difícilmente se pensó que podrían ser incluidos en un texto de este calibre, como por ejemplo, el concepto de justicia climática. El acuerdo estará abierto para su firma entre el 22 de abril de 2016 y el 21 de mayo de 2017 y entrará en vigor cuando al menos 55 partes, que sumen en total el 55% de las emisiones globales, lo hayan ratificado.
¿Cuáles son por tanto los puntos clave? En primer lugar, el acuerdo es jurídicamente vinculante, una de las mayores diferencias con el Acuerdo de Copenhague en 2009. Si bien es cierto que no se han establecido como legalmente vinculantes los objetivos de reducción de emisiones específicos de cada país, las contribuciones nacionales, es decir, no habrá sanciones si se incumplen.
Por otro lado, dado que no existen objetivos individuales legalmente vinculantes, se ha establecido la meta obligatoria de que el aumento de la temperatura media global a final de siglo quede muy por debajo de los 2oC respecto a niveles preindustriales. Se acuerda también hacer esfuerzos para aspirar al objetivo de limitar el calentamiento global a un máximo de 1,5oC.
Cada país firmante deberá aportar sus contribuciones nacionales -principal punto sobre el que se ha construido el acuerdo revisándolas al alza cada 5 años. Este mecanismo de revisión de los compromisos de cada país sí es jurídicamente vinculante para tratar así de garantizar el cumplimiento. Para ello, se ha creado un Comité de cumplimiento que se apoya en herramientas de transparencia para poder llevar a cabo un buen seguimiento de los programas nacionales de reducción y permitir un control más efectivo de los avances.
Además, el acuerdo marca una diferenciación de responsabilidades y compromisos entre países industrializados y países en vías de desarrollo. Esto implica que todos los países deberán establecer planes de control, pero los países desarrollados deberán encabezar los esfuerzos, apoyando en la lucha contra el cambio climático a los países en vías de desarrollo a través de ayuda financiera, estableciendo objetivos más ambiciosos o aumentando la capacidad de adaptación y mitigación del cambio climático de estos países a través de la transferencia de tecnología. El compromiso es lograr, hasta 2025, un mínimo de 100.000 millones de dólares anuales, aunque está previsto que se revise antes de ese año al alza.
Por último, el texto no se olvida del periodo transición 2015-2020 hasta la entrada en vigor del acuerdo de París en 2020. Los países deberán continuar haciendo esfuerzos y aprovechando las oportunidades en materia de mitigación, haciendo especial foco en la adaptación.
Desde la perspectiva empresarial es especialmente interesante el artículo 6 del Acuerdo de Paris que insta al mundo empresarial a involucrarse en la aplicación y consecución del objetivo nacional presentado por cada país, promoviendo una mayor ambición en sus medidas de mitigación y adaptación y promoviendo el desarrollo sostenible. Los gobiernos de los países han lanzado, de esta manera, una llamada a la acción para las empresas e inversores que jugarán un papel crítico en su desarrollo. Cada empresa podrá encontrar entre las siguientes cuáles son las razones fundamentales para involucrarse:
- Un compromiso de las empresas a la altura de la respuesta al cambio climático es lo que espera ahora la sociedad y además es hacer lo correcto.
- Es la mayor oportunidad para los negocios de cara al futuro más próximo.
- Las inversiones, tecnología, soluciones y trabajos que tienen que ver con la economía baja en carbono tendrán una explosión en los próximos años, ya que trillones de dólares se van a dirigir hacia el sector.
- 2016 será el año para la implementación de soluciones que dirijan a los negocios hacia una economía limpia.
- Los inversores incorporarán de manera creciente requisitos vinculados a sostenibilidad y economía baja en carbono.
Desde Forética acabamos de publicar Escenario post COP 21: un llamamiento para las empresas donde reflejamos estos puntos clave y la relevancia que tiene para las empresas en términos de oportunidad marcando además 7 claves de actuación que van desde el precio del carbono, pasando por las alianzas estratégicas o la transparencia. Son ya 30 grandes empresas las que se han sumado al Clúster de Cambio Climático de Forética que comenzará sus actividades en 2016. Esperamos que muchas más empresas despierten y que la fuerza nos acompañe. Felices fiestas!