Por Agustín Domingo
“Una de las experiencias más gratificantes de la enseñanza es impartir docencia a grupos de personas mayores. En algunas universidades reciben el nombre de “universidad de la experiencia”, en la universidad de Valencia “Nau Gran”, y en la Universidad Católica estas las actividades se amparan con el nombre de quien fuera rector, catedrático de Cirugía y promotor de las Humanidades médicas en la Comunidad Valenciana: Juan José Barcia Goyanes.
Isabela Berenguer que es la coordinadora de esta Cátedra me invitó a compartir una clase sobre la Ética del siglo XXI. En concreto, me pidió que planteara las relaciones entre la ética cívica y los distintos ideales de felicidad que alimentan la vida cotidiana. Aunque la denominación de ética cívica, civil, común o ética mínima tuvo su momento histórico de gloria cuando los españoles refrendamos la Constitución de 1978, todavía sigue siendo una referencia importante cuando vemos que se cuartea el consenso constitucional, los partidos mayoritarios no comparten diagnósticos realistas sobre la historia reciente de España y, sobre todo, cuando emergen grupos autodenominados anti-sistema que pretenden monopolizar el concepto de democracia con terapias poco pluralistas de intervención social, cultural y económica.