Por Pedro Francés y Elsa González Esteban
Desde sus inicios en la década de los años 70 del pasado siglo la Ética Económica y Empresarial ha tenido que trabajar arduamente tanto en el terreno normativo como descriptivo por fundamentar y demostrar que el ámbito ético no es un añadido o un oxímoron del ámbito económico-empresarial.
Este XXIV Congreso de EBEN España es una muestra de que el objetivo al menos se ha cumplido.
Todas las intervenciones, tanto en las conferencias invitadas, mesas redondas como comunicaciones mostraban que la perspectiva desde la que se trabaja no es la de la Teoría de la Separación, porque ésta está social y científicamente desprestigiada. La sociedad, los profesionales, las administraciones, los expertos reclaman una gestión de la dimensión ética de las organizaciones y por tanto como argumentaba Julio Linares (Vicepresidente del Consejo de Administración de Telefónica, S.A.) en su Conferencia Inaugural “la mayor sensibilidad social apunta que es un momento bueno para hablar de temas éticos”. Tarea a la que expertos e investigadores de la ética empresarial y económica se han dedicado en el Instituto de Empresa de Segovia (IE University) en un entorno inigualable.
Las cuestiones nucleares y más candentes que se han podido apreciar a lo largo de día y medio de jornadas de trabajo han tenido que ver con desvelar los lugares en los que la ética se requiere y en las oportunidades de negocio que la propia ética puede llevar aparejada. Además de adentrarnos en el terreno de la innovación empresarial o el emprendimiento social gestionándolo desde criterios éticos.
Quizás un rasgo que fue surgiendo de modo recurrente tanto en las conferencias, como en los paneles y en las mesas redondas es que esa innovación social sólo puede surgir del diálogo con los grupos de interés, de la escucha y del reconocimiento de las expectativas que poseen. En definitiva, que la innovación tiene poco recorrido si no se realiza desde una perspectiva de ética.
Alex Pérez, director de comunicación de Sanofi, dejó claro en su intervención del jueves por la tarde que la transparencia es una condición sine qua non para que el compromiso moral de las empresas sea creíble. Ante la desconfianza social y las frecuentes críticas que se dirigen al sector, Pérez avanzó las nuevas normas sobre publicidad de las relaciones entre empresas farmacéuticas y profesionales médicos, que representan un ejemplo de este camino que requiere que la innovación científica reciba legitimidad social mediante la transparencia y los procesos de diálogo a que nos referíamos antes.
La mesa redonda sobre “El papel de la innovación en la resolución de problemas sociales” fue especialmente interesante en la medida en que mostró que la innovación (en su aspecto tecnológico así como en los aspectos organizativos) y la creatividad pueden transformar las fronteras conceptuales que todavía se levantan entre empresa con ánimo de lucro y asociación sin ánimo de lucro. No sólo es posible concebir una organización económicamente sostenible con un impacto social beneficioso, es que la propia lógica de la búsqueda de beneficio puede con ingenio ponerse al servicio de fines como la justicia social, la inclusión y la cooperación internacional.
En cuanto a la última mesa redonda “Metodologías y herramientas en la aplicación de los Principios Rectores de Naciones Unidas” se pudo conocer de primera mano a través de las experiencias de tres grandes empresas –INDRA, BBVA y Telefónica–, como la aplicación de los Principios Rectores de Naciones Unidas no sólo ha permitido atender a criterios éticos internacionales sino que además para ellos ha supuesto una oportunidad de mantenimiento y apertura de nuevas líneas de negocio comercial al atender a exigencias legítimas que poseen grupos de interés en el ámbito internacional.
No es posible mencionar todas las comunicaciones y posters que se presentaron en los diferentes tracks y mesas del congreso. Pero sí cabe destacar que este congreso ha iniciado una nueva dinámica con dos objetivos: primero, reunir en mesas especializadas comunicaciones afines, de modo que la gestión de las exposiciones y debates sea algo más libre, y así cada mesa pueda concebirse como un “taller” con eventuales conclusiones comunes y con una fecundación mutua; segundo, ofrecer la oportunidad de que las comunicaciones más acabadas, o full papers, como decimos en el argot congresístico, puedan enviarse a revistas con las que EBEN y la organización del congreso ha llegado a un acuerdo. No son objetivos fáciles, porque ambos rompen con la inercia de los congresos anteriores. Los resultados podrían haber sido mejores, de modo que hay enseñanzas que extraer de la experiencia. Aún así, las mesas han resultado ampliamente satisfactorias para los participantes, y la cosecha de artículos publicables no desdeñable. Si este camino se consolida en años posteriores, podemos generar un formato de congreso anual atractivo tanto para académicos y profesionales de la ética empresarial como para jóvenes investigadores y estudiantes de doctorando que sin duda encontrarán atractiva la posibilidad de tener un acceso más directo a publicaciones que ya tienen buena posición en rankings internacionales y nacionales.
Al inicio del Congreso el Presidente de EBEN, José Luis Retolaza, y el Presidente del Comité Organizar, Miguel Larrañaga, animaban a que el congreso se convirtiera en un hervidero de ideas y discusiones que fueran útiles para los decisores. Al concluir el mismo el Presidente del Comité Científico, Joaquín Garralda, reconocía junto con los asistentes que así fue: un Congreso fructífero que pone en discusión y valor los avances científicos y que da orientaciones y pautas éticas a los decisores de las organizaciones. ¡Esperamos vernos de nuevo el próximo año, en Cuenca!