José Luis de Godos
Según el reciente informe “The KPMG Survey of Corporate Responsibility Reporting 2013”, en la actualidad, la elaboración de informes o memorias de responsabilidad corporativa parece ser una práctica generalizada a nivel mundial. En el contexto actual, en el que las grandes empresas poseen cada vez más poder e influencia sobre la sociedad, en la medida en que han pasado y pasan a desarrollar diferentes funciones y procesos políticos, esta última, la sociedad, los individuos que la forman, está demandando una mayor responsabilidad y transparencia por parte de dichas corporaciones. En este particular es donde radica la importancia de la elaboración y presentación de informes y memorias de responsabilidad corporativa, como una forma de establecer una comunicación sincera y fluida entre la empresa, como institución económica y social, y sus distintos stakeholders. Asimismo, otra cuestión de especial relevancia relacionada con el reporting por parte de las compañías es que esa responsabilidad corporativa sobre la que la sociedad demanda información pasa a convertirse en un objetivo a alcanzar, es decir, las empresas tratarán de esforzarse por mejorar sus acciones o resultados en esta materia para no tener que dar cuenta de conductas o consecuencias negativas.
En relación con la elaboración de informes de responsabilidad corporativa, si bien aún hoy en día no hay una única denominación estándar (se habla indistintamente de memorias o informes de sostenibilidad, de responsabilidad social corporativa de desarrollo sostenible o de ciudadanía corporativa, entre otros), de acuerdo con la información procedente del informe de la consultora KPMG anteriormente mencionado, es posible apreciar dos fenómenos destacados: Primero, aunque tradicionalmente la presentación de este tipo de información no financiera se ha realizado en memorias independientes, parece que la situación está cambiando. Así, se pone de manifiesto que la mayoría de las compañías encuestadas, empresas grandes que, en teoría, han de marcar el camino para otras pequeñas y medianas, está incluyendo información sobre responsabilidad corporativa en sus memorias anuales, eso sí, en general, de forma separada, aislada de las principales cifras y magnitudes de las compañías. Y segundo, también se observa que el marco establecido por las directrices de la Global Reporting Initiative (GRI) es generalmente aceptado y utilizado por las compañías (si bien, en la actualidad aún es criticable la falta de consistencia en su aplicación), de tal forma que constituye un elemento esencial para demostrar la credibilidad del informe.
En este sentido, resulta fundamental que la información ofrecida genere confianza en los usuarios a los que va dirigida. Con este propósito, la GRI propone una serie de principios básicos que se deben seguir al elaborar los informes de responsabilidad corporativa para garantizar su utilidad. Aquí, sin pretender ser exhaustivo, cabe hacer referencia a tres elementos fundamentales y, en gran medida, de sentido común: 1) Equilibrio, ya que, al igual que en otras áreas de la empresa, hay proyectos e iniciativas que no salen bien, y que hay que explicar, en materia de responsabilidad corporativa habrá que hacer frente a retos, dilemas y fracasos, no solo mencionar logros y éxitos; 2) Comparabilidad, puesto que para poder entender la situación y plantearse el futuro es preciso conocer la trayectoria de unas medidas o indicadores razonables y consistentes; y 3) Fiabilidad, porque es deseable que la información proporcionada sea verificable por individuos distintos a los que la elaboraron.
En conclusión, ante las demandas crecientes de la sociedad y siguiendo la máxima de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, las grandes corporaciones deberían seguir avanzando en el camino de la elaboración y presentación de información en materia de responsabilidad corporativa. Algunas señales empiezan a vislumbrarse: Por un lado, de nuevo según el informe de KPMG, aunque son una minoría, cada vez más empresas presentan “informes integrados”, que incorporan y relacionan toda la información disponible tratando de dar una visión más completa y realista. En este sentido, se apunta que para que dichos “informes integrados” representen una mejora en la comunicación de las compañías con sus stakeholders, las primeras deben tener en cuenta las necesidades informativas y la capacidad de análisis y procesamiento de los últimos. Por otra parte, en España, se ha hecho público que la comisión de expertos encargada de elaborar el nuevo Código Unificado de Gobierno Corporativo (“Código Rodríguez”) va a valorar en mayor medida las cuestiones relacionadas con la trasparencia, planteándose requerir una comunicación directa de las acciones e iniciativas de las compañías en defensa de los derechos humanos y contra el soborno y la corrupción. En fin, esperemos que las empresas sigan comunicándose con la sociedad, que nos cuenten que contribuyen a mejorarla, y que no mientan.
José Luis de Godos
Profesor Ayudante Doctor en el Departamento de Dirección y Economía de la Empresa de la Universidad de León