Rafael Morales Sánchez
Una de las consecuencias del desarrollo de la sociedad de la información es la incapacidad de los seres humanos para abarcar la ingente cantidad de conocimiento disponible. Cuando se trata de personas, distinguir áreas de conocimiento es útil para profundizar en los mecanismos que afectan a los seres humanos y a través de ellos a las organizaciones. Recursos Humanos, Estrategia, Gobierno Corporativo, Psicología social, Comportamiento Organizativo,… son ámbitos de estudio que nos ayudan a entender cómo funcionan las organizaciones y las personas que las componen. Junto a ellos la ética de la empresa parece un campo propio, específico y distinto de los demás.
Sin embargo, esta forma de avanzar en el conocimiento es útil pero insuficiente. La realidad de las organizaciones es tan compleja que la excesiva especialización puede dar lugar a la miopía y al desgobierno. Haciendo hincapié en nuestro afán de separar para comprender, podemos estar olvidando el principio básico de “distinguir sin separar”. Así puede ocurrirnos como a aquellos sabios ciegos de la fábula, que tocando cada uno una parte de un elefante, fueron incapaces de ponerse de acuerdo sobre lo que estaban analizando: el que tocaba la trompa sostenía que era una serpiente, el que acariciaba el colmillo decía que era una espada, el que palpaba el vientre se refería a un muro y el que abrazaba la pata defendía que era una columna.
En esta época convulsa y cambiante, el desarrollo de las organizaciones y de las personas que lo componen se ha convertido en objetivo prioritario de muchas acciones políticas, sociales y académicas. Sin embargo, la interdisciplinariedad es condición necesaria para que el desarrollo no sea mero crecimiento. La consideración departamentalizada del conocimiento es especialmente inadecuada en relación con la gestión de las personas y de las organizaciones, ya que la ética no es un área de conocimiento que pueda “separarse” de otras áreas. Su vinculación intrínseca con el obrar humano hace miope el estudio amoral de las organizaciones. Es decir, la ética no se puede “añadir” a posteriori, como se hace con la sal en los platos mal cocinados; debe trabajar en constante diálogo con los ámbitos afines.
El Congreso EBEN – España que se celebrará este año en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla durante los días 11 y 12 de junio, ofrece la oportunidad para reflexionar sobre el papel de la gestión de las personas en el futuro de las organizaciones y el papel de las organizaciones en el futuro de las personas y pretende ser un lugar idóneo para volver a unir lo que hemos separado artificialmente: las distintas áreas académicas en torno al concepto de la persona humana, protagonista principal del desarrollo de las organizaciones. Esperamos que el programa científico que hemos preparado y los atractivos de nuestra ciudad sean motivos suficientes para encontrarnos y hablar sobre lo que nos ocupa y preocupa a todos. Espero verles en Sevilla.
Rafael Morales Sánchez
Comité Organizador XXIII Congreso EBEN – España
Departamento de Organización de Empresas y Marketing
Universidad Pablo de Olavide