Por Antonio Argandoña
Leo en el número de septiembre de 2017 de Finanzas y Desarrollo, una revista del Fondo Monetario Internacional, una semblanza de Ricardo Hausmann, conocido profesor de la Universidad de Harvard. Hausmann trabaja sobre todo temas de desarrollo económico, que, claro, tienen aplicaciones en otros muchos ámbitos, también en la empresa. Recojo de ese articulo dos ideas que me parecen interesantes.
Una: “Trabajé sobre la idea de que el proceso de desarrollo era realmente un proceso de tener una población con capacidades productivas crecientemente más diversas, que pueden ser reagrupadas y reorganizadas“. Y otra: “el secreto de producir cosas complicadas no es tener personas más listas: es tener muchas personas que puedan aportar conocimientos y experiencias diferentes y complementarios. Las sociedades más ricas tienen más conocimiento colectivo y lo utilizan para hacer una mayor variedad de productos más complejos”.
Si nos creemos esto (y yo me lo creo), podemos sacar muchas conclusiones interesantes, para nuestra vida personal, para nuestras organizaciones (familias, empresas, gobiernos, escuelas) y para nuestros países. Lo importante no es lo que yo sé, sino lo que puedo saber cuando me rodeo de gente que sabe lo que yo no sé. Nuestras escuelas y universidades deben promover el pensamiento variado. Y deben enseñar a compartir. La especialización es importante, pero también lo es que los especialistas de diferentes materias se sienten a trabajar juntos. No te guardes los secretos para ti: compártelos. Y ahora, el lector puede continuar con sus conclusiones.
Leí hace mucho tiempo que los chinos inventaron el reloj mecánico antes que los europeos. Pero el reloj chino acabó en el almacén del Emperador, a quien se lo presentaron, mientras que el europeo se puso en lo alto de la torre de la iglesia del pueblo, para que todo el mundo lo viese.