Por Germán Granda
2019 será un año decisivo para la Unión Europea. El Brexit y las elecciones en mayo que darán lugar a un nuevo Parlamento y un nuevo colegio de Comisarios marcarán sin duda la agenda. En este contexto de incertidumbre, al que se suma el tibio crecimiento económico y tensiones extremistas, será necesario confirmar si tal como manifiesta la comunicación europea “Acción europea para la sostenibilidad” la UE se mantiene como un proyecto “basado en los valores fundamentales y la equidad”.
Para ello, un paso muy relevante será adoptar la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el desarrollo sostenible como “una oportunidad única para un futuro mejor”.
Europa debe ser consecuente con sus valores y responder con su liderazgo al reto del cambio climático, las desigualdades crecientes o la corrupción con un modelo económico y social coherente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible que asegure “una vida mejor a las personas, garantizando un reparto justo para todos”.
Una acción prioritaria según recomendamos desde la Multi-Stakeholder Platform on SDGs, un grupo de trabajo constituido en mayo de 2017 cuyo objetivo es asesorar a la Comisión Europea en la implementación de los ODS en el que colabora Forética a través de la red europea CSR Europe, será sustituir la actual Europa 2020, por una Estrategia Europa Sostenible 2030 transformadora que guíe todas las políticas y programas y que incluya objetivos intermedios y de largo plazo.
El compromiso de la actual Comisión es integrar los objetivos de desarrollo sostenible en las políticas e iniciativas de la UE, “con el desarrollo sostenible como principio fundamental en todas sus políticas”. Es decir, todas las medidas, tanto las existentes como las nuevas, deben tener en cuenta los tres pilares del desarrollo sostenible: “las preocupaciones sociales, medioambientales y económicas”.
La Comisión actual se ha comprometido también a llevar adelante la aplicación de la Agenda 2030 con el Consejo y el Parlamento Europeo como colegisladores y autoridad presupuestaria de la UE, mostrando un signo de querer avanzar. Pero hasta el próximo año no podremos comprobar si los planes se convierten en directrices claras hacia los estados miembros de cómo avanzar de forma integral e integrada en el cumplimiento de la Agenda 2030. Buena voluntad en un mundo incierto que necesita un liderazgo decidido. 2019 será decisivo para el futuro de la sostenibilidad y Europa, de nuevo, deberá resolver el papel que quiere jugar.