Por Carlos M. Moreno en Expansión Catalunya – 2 de octubre de 2014
La noticia aparecida el verano pasado sobre la formación del nuevo ministro francés de Economía -Emmanuel Macron- no deja de ser llamativa. No estamos acostumbrados a ver en el gobierno a ministros de economía con una formación sólida en filosofía. En mis conversaciones con algunos directivos de empresas, en ocasiones, me suelen comentar su interés por la historia, la literatura o la filosofía. Siempre me he preguntado por el alcance de ese interés en el quehacer diario en su empresa. ¿Se apreciará en su trabajo o en la relación con sus iguales o colaboradores?
Ahora que parece que las Humanidades -y la filosofía entre ellas- están a la baja, es reconfortante que en algunos entornos como en este caso el político, se tenga en cuenta. Es cierto que el caso de Macron no deja de ser fruto de una trayectoria individual muy particular. Pero siempre he pensado que ingenieros, economistas, abogados, entre otros, que ocupan puestos de responsabilidad en organizaciones y empresas si, además, tuvieran una sólida formación, por ejemplo, en historia, literatura o filosofía, no sé si realizarían su trabajo mejor pero –casi seguro- de otra manera. Las Humanidades aportan una visión de los asuntos que otro tipo de formación no la ofrece.
Recuerdo mi comunicación en el primer Congreso de Ética, Economía y Dirección realizado (EBEN) -ya hace veintidós años- en ICADE-ICAI en la Pontificia de Comillas en Madrid. En aquel momento, presenté una comunicación que titulé “Ponga usted un filósofo en su empresa”. Estoy convencido que la filosofía –y en general, las Humanidades- tienen cabida en organizaciones y empresas. Con más motivo, en los tiempos actuales donde se precisa una visión holística en muchos temas. También recuerdo aquella primera comunicación, con afecto, porque tuve la oportunidad de compartir mesa con el entonces presidente de la Asociación Española de la Banca, Rafael Termes y con Joaquín Garralda, actual Decano de Ordenación Académica del Instituto de Empresa. Será difícil olvidar la exquisitez de sus intervenciones por el conocimiento que destilaron de la empresa y sus profesionales.
En el mundo académico también ha habido aproximaciones a la filosofía y a la economía como la de Leonardo Polo. Es reconfortante que, en algunas Escuelas de Negocios, se procure acercar las Humanidades a los directivos. En este sentido, por ejemplo, la iniciativa del Taller de Humanidades de ESADE no es solo oportuna sino muy acertada, o larga tradición del IESE en fomentar una formación humanística de sus directivos.
¿Serán las empresas capaces de ir introduciendo perfiles humanistas en sus organizaciones que sepan, también, del negocio? Estoy convencido que sí. Si en la sociedad hay vientos de cambio, las organizaciones y empresas que son también sociedad, irán introduciendo otras maneras de pensar y hacer que complementen o mejoren a las ya existentes. Pienso que es sólo una cuestión de tiempo. Algunas ya están en ello. Ojalá sean muchas más. Ganaremos todos.