Ética, buen gobierno y competitividad
El contenido del presente tema hace referencia a la Empresa como “lugar de encuentro” y, por tanto, al paso de la clásica “empresa shareholder” a la “empresa stakeholder”, que plantea nuevos retos éticos a los que debe de hacerse frente, tanto en el ámbito de la información sobre la “imagen fiel”, como en el de la transparencia, los compromisos y objetivos no sólo económicos sino también sociales y medioambientales, con trascendencia en el buen gobierno y la competitividad, al favorecer la gestión de riesgos y el cumplimiento de la regulación; para que, tanto la unidad económica de producción (empresa) como el global sistema socioeconómico en el que opera, mantengan la necesaria y debida “sostenibilidad”.
Es indudable que el proceso técnico-económico concebido como: la actividad de la combinación óptima de factores productivos, humanos, materiales e inmateriales, exigirá, a su vez, determinar los equilibrios necesarios entre ellos, para que el conjunto pueda desarrollarse, así mismo, equilibradamente, logrando mantener la competitividad y la competencia en los distintos mercados en los que opere.
El buen gobierno del proceso de producción, como base de una adecuada política de gestión, requiere que la organización sea flexible, para incorporar continuamente las Innovaciones que se produzcan y se base fundamentalmente en la “participación responsable” de los distintos stakeholders implicados en ella, tanto en la creación de riqueza como en su reparto vía precios y/o salarios, de forma que se minimicen los “costes de coordinación”, procurando una participación eficiente en la generación de valores añadidos y en la detección del riesgo, cuantificación, establecimiento de indicadores de cumplimiento y diseño de las políticas de cambios, cuando sean necesarios. Todo ello sometido a un adecuado sistema de control interno y de verificación externa (auditorías interna y externa), ya que un objetivo esencial de la empresa debe de ser el otorgar la “confianza” necesaria a todos los stakeholders.
En este sentido, la sostenibilidad a largo plazo del proceso productivo de la empresa exige que el funcionamiento de la misma se ajuste a principios éticos y de responsabilidad ante sí misma y ante la sociedad en la que actúa, lo que hoy conocemos como Responsabilidad Social Corporativa y Buen Gobierno.
Asimismo, como marco en el que toda la actividad empresarial debe desarrollarse, es necesario que la empresa se adapte a la Regulación existente en el ámbito de cada actuación, dado que el cumplimiento de la misma es inexcusable para poder funcionar pero, al mismo tiempo, las normas legales deben representar un mínimo, por encima del cual aparece la RSC y el logro, en su caso, de las ventajas competitivas derivadas así, de la autorregulación y sujeción voluntaria a normas y compromisos éticos y de buen gobierno más allá de lo legalmente exigido.
Pedro Rivero Torre
Catedrático de Economía Financiera y Contabilidad – Universidad Complutense de Madrid