1 de abril, 2019. –Adela Cortina (Valencia, 1947) es una pensadora que ha combinado la actividad académica con las intervenciones públicas a través de libros, artículos, charlas y conferencias. Ahora acaba de jubilarse como catedrática de la Universidad de Valencia y algunos amigos le han rendido un homenaje en forma de libro en el que escriben sobre las que durante medio siglo han sido sus preocupaciones, dentro y fuera de la Universidad.
La primera parte del volumen, que incluye 50 textos, está dedicada a la ética en general; la segunda, a las corrientes en ética aplicada; la tercera, a la filosofía política. Algunas aportaciones son muy personales. Así, la de Jesús Conill, que ha compartido con ella trayectoria filosófica y vital; o la de Dorothea Apel, hija de Karl-Otto Apel, uno de los miembros de la Escuela de Fráncfort que, con Jürgen Habermas, más ha influido en la obra de Adela Cortina. En esta línea destaca el texto de Manuel Fraijó: una carta que aborda la hipotética aportación de Xavier Zubiri a la filosofía de la religión, recuperando el hilo de conversaciones habidas entre ambos. Antonio Pintor-Ramos ha rescatado (y actualizado) lo que escribió cuando apareció el primer título de Cortina.
Hay textos centrados directamente en su obra. Entre ellos, los de Enrique Bonet (recorre sus libros buscando las influencias de Kant, Apel y Habermas, con atención especial a la noción de dignidad), Concha Roldán, Juana Sánchez-Gey Venegas, José Félix Lozano (que repasan sus principales aportaciones) y Alicia Villar (quien rastrea la huella de Rousseau, Kant mediante, en la homenajeada). El texto de Emilio Martínez Navarro analiza las bases kantianas de la socialdemocracia y su plasmación en la obra de la pensadora. Así lo resume él mismo: “La profesora Cortina ha elaborado una propuesta de renovación de la socialdemocracia que insiste en el carácter ético que ha de tener una política que aspire a ganarse la legitimidad y el respeto del presente y del futuro”.
No deja de resultar sintomática la presencia de varios artículos dedicados a los movimientos migratorios. Joaquín García Roca propone “recrear el concepto de ciudadanía mundial, de vecindad global y de fraternidad universal” partiendo de la base de que “la ciudadanía no puede depender de la pertenencia a un determinado Estado”.
Vibrante es el texto de Diego Gracia sobre la relación entre individuo autónomo y formación y la frecuente confusión entre educar e inculcar. En su opinión, el ciudadano no nace autónomo: “La autonomía es un logro” porque “todos comenzamos nuestra vida moral heterónomamente”. De ahí que se pueda afirmar que “ser autónomo, moralmente autónomo, no es sólo una rareza, sino también una heroicidad”. A forjar esa autonomía contribuyen volúmenes como el presente.
Publicado por El País