5 de noviembre, 2020. -La ética y el cumplimiento son esenciales para las empresas y sus directivos. Cada vez más, los diferentes grupos de interés exigen a las compañías incorporar mayores y mejores prácticas de sostenibilidad en el marco de su actividad, no sólo en materia medioambiental, sino también de acción social y de buen gobierno.
Cuál es la posición de las empresas al respecto y cómo está evolucionando el peso de la ética y el cumplimiento han sido algunos de los temas tratados en el Observatorio ‘El impacto de la ética y el cumplimiento en la sostenibilidad de las empresas’, organizado por elEconomista, teniendo en cuenta la formación y la cultura cómo aspectos clave.
Las empresas que quieren ser sostenibles deben actuar éticamente. En este sentido se encuentran compañías como Cepsa, que busca crear un valor sostenible, respetando el medio ambiente, los grupos de interés con los que interactúan y, por supuesto, con un marco de gobierno con las mejores prácticas. “En concreto lo que buscamos es ser un referente ético y para ello adoptamos las mejores prácticas internacionales, de buen gobierno y cumplimiento, asimismo trabajamos con todos nuestros empleados, con campañas de comunicación y formación muy intensivos con el objetivo de que todos adopten siempre la decisión más íntegra cuando nadie les esté mirando”, explica Cristina Fabre, directora de Auditoría Interna, Cumplimiento y Riesgos de Cepsa.
Vivimos en un mundo en el que la sostenibilidad, que consiste en satisfacer las necesidades actuales sin comprometer a las futuras, se mira además desde el punto de vista íntegro, ético y responsable. Pablo Bascones Ilundain, socio responsable de Sostenibilidad de PwC destaca que ética e integridad “son elementos indispensables a nivel corporativo en una organización y que sin ellos difícilmente vamos conseguir una empresa sostenible. Todo esto partiendo de que el compliance es un caso necesario, pero sostenibilidad y ética van más allá”.
El experto hace referencia a la transformación de la función de compliance, que se está dando en empresas líderes. “El cumplimiento no es puramente de la regulación y del código penal, va mas allá, a evaluar o garantizar que el propósito y los valores se cumplen por parte de los empleados y de la organización”, expone Bascones.
Dentro de la ética y el cumplimiento de las empresas, Zulma Escalante, directora del Máster Liderazgo en Sostenibilidad y RSC de la Universidad Complutense de Madrid apunta la formación y la cultura como factores fundamentales: “Formar a los nuevos lideres con la ética. Nosotros les enseñamos que no queremos ver un líder tradicional, ahora hay unos valores y éste es el reto que tenemos en tema de ética”. Esto va unido al desarrollo de una cultura de compliance. “Para desarrollar esto tenemos que trabajar los valores corporativos, trabajar la parte más emocional del empleado para que los asimile y quiera aplicarlos”, dice Escalante.
Se ha visto una evolución muy clara en torno a la gestión de la ética y la integridad de las empresas. Así lo apunta Jaime Silos, director de Desarrollo Corporativo y director del Clúster de Transparencia de Forética. Para ello, el experto diferencia tres etapas, la primera en la que “eran los departamentos de recursos humanos quienes llevaban la parte de integridad y la eficacia en los sistemas”.
La segunda es la legalista, cuando los sistemas jurídicos crean esa figura de la persona jurídica, en la que Silos apunta que “el problema de esta segunda etapa legalista es que los sistemas no son del todo eficaces porque no calan en la cultura, al final es un tema muy de cumplimiento normativo en sentido estricto”. En estos momentos entraríamos en la tercera fase, del propósito.
La ética es algo que ha acompañado a las organizaciones a través de su trayectoria económica y empresarial, pero ha ido evolucionando con el tiempo, aunque esta evolución es muy variable en función de la tipología de las empresas. Así lo muestra un estudio de la CEOE y ASCOM que determina que el 75% de las empresas españolas ya tiene un sistema de gestión de compliance, pero mientras que alcanza el 90% de las empresas grandes, solo llega al 40% de las pymes, por lo que todavía el sistema español tiene camino por delante. “En Cepsa estamos convencidos de que el compliance es una palanca de aportación de valor. Para ello nos acercamos a los negocios para conocer sus necesidades”, apunta Fabre.
“El modelo de paper compliance tiene que evolucionar a un modelo de control y comunicación que ayude al negocio y se centre a lo largo de toda la cadena de valor”, apunta el socio responsable de Sostenibilidad de PwC. A este respecto, Escalante expone que “las empresas ven el valor de competitividad que les está aportando el compliance, muchas empezaron obligadas por la normativa, pero ahora ven que si tienen implementado un modelo de compliance les sirve también para la contratación pública- privada, mejoran su reputación frente a sus grupos de interés, atraen el talento, etc. Creo que hay una evolución muy positiva, pero hay que dar el paso a un compliance integral”, expone Escalante.
Para Jaime Silos, “los modelos de buen gobierno de las compañías no están en equilibrio. Estamos viviendo el paso de la gobernanza a la Gobernanza. Pasamos de unos consejos de administración muy orientados al accionista a un consejo donde, aunque el accionista es el foco principal, los aspectos extrafinancieros son muy importantes. Yo creo que compliance es una aportación más de la gestión extrafinanciera. Estamos viendo que los consejos de administración se están adaptando”. El experto resalta cómo un 29% de compañías del Ibex 35 tienen una comisión específica de sostenibilidad. Al respecto apunta que en los próximos años veremos cómo los aspectos puramente extrafinancieros estarán gestionados en las comisiones de sostenibilidad.
“La función de compliance y ética tradicionalmente se ha centrado mucho en en el grupo de interés del accionista y regulador pero hay que llegar al proveedor, al cliente a diferentes colaboradores que pueda llegar a tener la compañía. Esta función debe ser capaz también de velar porque las interrelaciones y las expectativas de todos los grupos de interés se vean, de una forma, cumplidas”, señala Bascones.
Fabre considera que un buen sistema de gestión compliance permite dar cabida a nuevos inversores o embarcarte en nuevos negocios: “Nosotros tenemos un código de ética específico para nuestros proveedores al que se tienen que acoger. En cuanto a los clientes, también queremos asegurar que van a cuidar del entorno y van a tener criterios ESG”.
Con la creciente evolución en este ámbito, se plantea el riesgo de si existe una sobrerregulación, “desde compliance y ética debemos analizarla y ver cómo hay que adaptarla a los modelos actuales para convertirlo en una oportunidad. La regulación en el fondo, por lo menos para empresas como Cepsa, la vemos como una oportunidad”, indica Fabre. Existen diferencias en la regulación entre los diferentes países, mientras que en China es diaria, en EEUU hay poca pero de un nivel muy exigente, algo parecido a lo que ocurre en Reino Unido. Por su parte, en Europa hay mucha normativa a la que hay que unir la española y la local.
¿Más demanda?
El interés por el ámbito del ESG se ha incrementado por parte de los grupos de interés porque la conciencia social va en aumento, según apuntan los expertos. Según un estudio publicado por PwC, a cierre de 2019, el 15% de los fondos de inversión consideraba criterios ESG a la hora de invertir en las compañías. En 2025 el porcentaje va a estar entre el 41% y el 57%. Al principio de la pandemia, según Blackrock, el 94% de los índices de sostenibilidad habían batido a sus homólogos no catalogados como ESG. “Esa ventaja comparativa se ha incrementado, si mides los índices de impacto vemos que hay un índice de bolsa mundial que tienen una rentabilidad 17 veces superior a la del índice de referencia en lo que va de año y con un 10% menos de riesgo. Cuando ves esa combinación se crea una prima de valoración en las empresas sostenibles y esto va a ser el futuro”, explica Silos.
Escalante cree que los grupos de interés “van a exigir un liderazgo más ético sobre todo de los CEOs, que estén más comprometidos”, resaltando que la sociedad seguirá pidiendo igualdad de oportunidades, salud, seguridad, transparencia informativa y acabar con los dilemas que provoca la digitalización.
¿Se puede medir el impacto que tiene la ética y el cumplimiento en la compañía? Existen diferentes modelos de medición y, además, están evolucionando a una velocidad de vértigo, así lo consideran los expertos. Bascones explica que en la parte de compliance “hemos hecho el ejercicio de medir determinadas políticas de ética y anticorrupción en una organización y el impacto económico. Una mala praxis puede influir en diferentes aspectos, desde una bajada bursátil hasta en la pérdida de un cliente”.
Por su parte, el experto del Clúster de Transparencia de Forética indica que “si pretendemos medir solo compliance va a ser muy difícil llegar a modelos robustos porque al final la ética y es muy difícil medir. Necesitas muchos indicadores internos de alta frecuencia para hacer un modelo estadístico robusto”.
En este sentido, la directora del Máster Liderazgo en Sostenibilidad y RSC de la UCM considera que hay un camino por recorrer. “Las empresas están midiendo cómo han desarrollado esa cultura, pero todavía el impacto hacia fuera está pendiente”, además, añade que otro aspecto que se puede medir es la percepción, “también tengo que medir cómo me están percibiendo mis grupos de interés en cuanto a ética e integridad”.
“Nos focalizamos en la medición interna mediante diferentes encuestas”, señala la directora de Auditoría Interna, Cumplimiento y Riesgos de Cepsa comenta que, por ejemplo, cada dos años Cepsa realiza una valoración 270 de todos los líderes de la compañía y uno de los aspectos que se evalúa es la integridad ética, “tenemos un mapeo de cómo ven los empleados a los líderes y si tienen un comportamiento íntegro”. Además, este año es el segundo en el que se ha lanzado una encuesta sobre el canal de ética. “Tenemos distintos puntos de control”, expone Fabre, quien concluye que “todos estos indicadores es muy importante lanzarlos, estudiarlos y actuar en consecuencia”.
Publicado por El Economista