Ayer domingo, TV3 -Televisió de Catalunya– dedicó toda la programación a una acción solidaria especial a la que llamaron “Marató per la pobresa” (Maratón por la pobreza).
Yo hace semanas que había oído hablar de la iniciativa, porque un amigo mío que trabaja en la Fundación Pro Vida de Catalunya me contó que estaba preparando la documentación para poder inscribirse en la Marató. Para ellos estos años han sido difíciles, primero, porque por el objeto de la Fundación –ayudar a madres a tener y alimentar a sus hijos, en vez de abortarlos- habían sido discriminados durante los siete años de tripartito; y en estos años, porque no hay dinero para nadie. Así que cualquier ayuda que puedan recibir es muy bienvenida.
Esta tarde se me ha pasado por la cabeza ver cómo se seguía el tema en las redes sociales. Cuando he buscado #maratopobresa me he encontrado con la sorpresa de que eran mayoría los comentarios críticos hacia la iniciativa. Cosas del estilo: “las empresas que patrocinan la marató son las que nos han llevado a la situación de crisis”; “¿no sé trataba de enseñar a pescar y no de dar peces?”; “un día no soluciona los problemas de tanta gente y sólo sirve para tranquilizar conciencias”; “menos solidaridad y más justicia”; “lo que hay que hacer es acabar con el fraude fiscal y no hacer maratones”; etc, etc.
Muchas de estas quejas pueden ser ciertas, pero, vamos por partes: primero, arreglar todas estas cuestiones no es incompatible con hacer una acción de solidaridad como la que ayer se proponía; y, segundo, esta iniciativa no significa olvidarse de los otros problemas. Cada cosa a su tiempo, y ayer se trataba de echar una mano entre todos.
La acción social tiene estos inconvenientes:
- tendemos a generalizar con mucha facilidad, en especial a partir de los casos malos. Basta con que una empresa haga algo mal para que todo lo demás que hace tenga también que cuestionarse. Pues bien, tengamos claro que no hay empresas que lo hagan todo bien –¡que no hay personas que lo hagan todo bien!- y que generalizar a partir de un caso negativo es peligrosísimo.
- todos tendemos también a ser mal pensados. Basta con que una empresa haga alguna acción social para que todos pensemos “¿qué me estará ocultando?, ¿qué habrá hecho mal?”. Nos cuesta mucho aceptar que una empresa pueda actuar con un sentido altruista.
- también tendemos a fijarnos más en lo que no se hace que en lo que se hace. Uno no puede solucionar todos los problemas al mismo tiempo, así que cuando se decide a llevar a cabo alguna acción social en concreto, siempre aparece alguien que en vez de fijarse en lo que hace, se queja porque no se hace otra cosa distinta que a él le parece más importante o más necesaria. Dan ganas de decirle: “¡pues hazla tú, en vez de criticar tanto!”.
Con estas ideas en la cabeza, y queriendo separar unas cosas de otras, me animé a mandar un Twitter. ¿Cómo concentrar todo esto en 140 caracteres? La traducción de mi tweet al catalán fue:
Interesante debate en #maratopobresa. No se trata de solucionar todos los problemas del mundo, sino de ayudar a la gente que lo pasa mal.
Al cabo de un rato, alguien en la red se sintió en la obligación de contestarme (vuelvo a traducir):
@jfonru y necesitas la tele para saberlo? Quizás tu vecino te necesite, hasta que no muera no te darás cuenta?
Espero darme cuenta antes. Y no, no necesito la tele para saberlo, pero sí para que me lo recuerde. ¿No me recuerdan que compre tal marca de bebidas, o tal colonia, o que en unos grandes almacenes están de rebajas? Ya lo sé, y saben que lo sé, pero aún así me lo recuerdan. Pues ya me viene bien que me recuerden que hay gente que lo pasa mal y que puedo ayudarles; y me viene muy bien ver a otra gente que les ayuda (y no tengo derecho a cuestionarme la intención por la que lo hacen…). Sí, lo necesito.
En el mundo hay gente que para solucionar un problema necesita hacer grandes cambios estructurales (y que conste que creo que hay que hacerlos), pero no podemos esperar a que esos cambios lleguen para empezar a actuar. Mientras toda esa gente en la red se quejaba, criticaba y cuestionaba la Marató, yo pensaba en mi amigo de la Fundación Pro Vida y lo bien que le vendrá cualquier ayuda que pueda conseguir gracias a esa iniciativa. Así que, dejémonos de grandes planteamientos que tardaremos décadas en conseguir, bajemos el punto de mira, y empecemos con algo más a nuestro alcance: nos encontraremos con gente a la que podemos ayudar con poco. Hagámoslo.
PD: Mientras en el mundo virtual unos se dedicaban a quejarse, en el mundo real la solidaridad de muchos consiguió llegar a más de cuatro millones de euros. Sí, hay esperanza. ¿Alguien lo había dudado?