“La responsabilidad de las empresas por sus impactos en la sociedad”. Así acaba de redefinir la Comisión Europea la Responsabilidad Social de la Empresa –RSE- o Responsabilidad Social Corporativa –RSC- en su última Comunicación titulada “Una renovada estrategia de la Unión Europa 2011-2014 para la RSC”.
Con esta nueva comunicación, según la propia Comisión más moderna y actualizada, se establecen los compromisos de la propia Comisión para los próximos años y las sugerencias para el resto de grupos de interés, con el objetivo de conseguir una plena integración de las cuestiones sociales, medioambientales y económicas en empresas y organizaciones.
Entre las novedades de esta nueva Comunicación, además de la citada definición, se hace especial hincapié en la mejora de la transparencia y el apoyo a las pymes. Un apoyo que se materializará en un programa de facilidades para las mismas.
En cuanto al tema de la transparencia, la Comisión resalta el hecho de que la crisis económica y sus consecuencias sociales están teniendo un efecto nocivo en la confianza de los consumidores en las empresas, que cada vez más ponen el foco de atención en el comportamiento ético y social de las mismas. Así, la Comisión Europea justifica esta nueva comunicación como un esfuerzo necesario desde la Responsabilidad Social de “crear las condiciones favorables para un crecimiento sostenible, un comportamiento responsable de las empresas y la generación de empleo estable a medio y largo plazo”.
En este sentido, varios de los nuevos compromisos europeos están enfocados a esta mejora de la transparencia para generar confianza. El primero y más ambicioso es una propuesta legislativa sobre transparencia de la información social y medioambiental que está sometida ahora mismo a revisión, y que ha levantado las suspicacias o preocupaciones de algunos países, como es el caso de Alemania. Temido por algunos, es sin embargo bien recibido por expertos comunitarios que llevan años reclamando la necesidad de una regulación mínima, y sobre todo mayor coherencia en la presentación de Memorias o Informes de Responsabilidad Social, viendo en esta propuesta un avance importante en materia de RSE dentro del marco de la voluntariedad. En este sentido, la Comisión aboga también por mejorar los procesos de auto-regulación y co-regulación, entendiendo que son mecanismos eficaces de reglamentación cuando son diseñados de manera apropiada. En este sentido, está previsto iniciar en 2012 un proceso de elaboración de un código de buenas prácticas en esta materia.
Además de estos aspectos, la Comisión propone en materia de transparencia otras medidas para los próximos años. En primer lugar, mejorar la notoriedad de la RSE y la difusión de las buenas prácticas. En segundo lugar, mejorar y medir el grado de confianza que inspiran las empresas, para lo que se abordará la cuestión de las prácticas comerciales engañosas en relación al impacto medioambiental de los productos, y se pretende iniciar un debate abierto entre ciudadanos, empresas y otros grupos de interés para acercar posturas. Por último, pero no menos importante, conseguir que las empresas aprecien la retribución de la RSE, pues como destaca la Comisión, “a pesar de que los efectos de la RSE sobre la competitividad son cada vez más reconocidos, son muchas las compañías que todavía tienen dilemas acerca de que un comportamiento socialmente responsable pueda no ser el más beneficioso financieramente, al menos a corto plazo”. En este sentido, la Comisión desarrollará políticas en materia de consumo, mercado, compra pública e inversión, y relacionado con esto último se propone examinar la posibilidad de imponer a todos los fondos de inversión e instituciones financieras la obligación de informar a todos sus clientes sobre los criterios aplicados en materia de inversión ética o responsable y de los códigos a los que están adheridos.
Estos son algunos de los retos del futuro de la RSE, pero la Comisión Europea también echa la vista atrás y reconoce los avances obtenidos en esta materia desde que en 2001 se lanzara el Libro Verde de la RSE y se empezara a fomentar estos planes. El primero de estos avances es sin duda el número de empresas de la Unión Europea que han suscrito los diez principios del Pacto Mundial de Naciones Unidas, pasando de 600 en 2006 a más de 1.900 en 2011. En segundo lugar, el número de organizaciones vinculadas al sistema de administración medioambiental y auditoría EMAS ha progresado de 3.300 en 2006 a más de 4.600 en 2011. Por último, el número de empresas europeas que publican informes conforme a la Global Reporting Initiative (GRI) ha evolucionado de 270 en 2006 a más de 850 en 2011. Pero a pesar de este progreso, como destaca la Comisión, “son importantes los desafíos que quedan”. Este documento marca las pautas de por donde seguir avanzando.