Por José Luís Retolaza
Los participantes de esta mesa redonda fueron Domenec Melé, del IESE; Antonio Argandoña, del IESE; y José Luis Fernandez, de la Universidad Pontificia de Comillas. Y como moderador, José Luis Retolaza, de la Deusto Business school.
El tema abordado fue la posibilidad de que la Teoría de stakeholder pueda dar soporte a una nueva Teoría de firma que genere una nueva perspectiva para la comprensión del Capitalismo.
Aunque, lógicamente, resulta casi imposible hacer una síntesis de un debate muy rico, con posturas no necesariamente coincidentes, a lo largo del debate aparecieron algunas ideas compartidas en mayor o menor medida por los tres participantes.
- La consideración de que la Teoría de stakeholders difícilmente podía ser considerada como una teoría en sentido estricto; ya que en diversos autores tomaban perspectivas muy dispares, y el mismo Freeman ha realizado variaciones importantes a lo largo del tiempo, sin que se pueda apreciar un proceso evolutivo claro.
- Sin embargo, ha resultado un mecanismo útil para que los alumnos y las empresas reflexiones sobre la función social de las organizaciones.
- La teoría carece de un modelo de equilibrio optimo distributivo entre los diversos stakeholders; lo que le dificulta proponer criterios de solución a los conflictos entre los stakehodler. Quizás no esté en la naturaleza de la propia teoría el evolucionar hacía un modelo cuantitativo de equilibrio, e incluso es posible que este sea un aspecto diferencial positivo del planteamiento de los stakeholders. No obstante, lo que sí parece necesario, y la teoría no siempre lo deja claro, es que si se quiere superar el potencial conflicto de los stakeholders por la apropiación de las rentas, se tiene que ir a un concepto de valor ampliado, considerando la diversidad de valores, no necesariamente competitivos, que una empresa puede generar en su entorno de participación.
- Indudablemente, no se trata de una teoría ética, y en sus orígenes era fundamentalmente una teoría de gestión; sin embargo, en su perspectiva normativa, se ha incorporado de forma decidida teorías éticas. Sin embargo, no está claro el rigor ético añadido a la teoría de stakeholders, y en ocasiones se nota una cierta deriva hacía el pragmatismo. Una buena fundamentación ética y antropológica, con al que aún no cuenta la teoría, podría ser un elemento clave para su posible consolidación como teoría alternativa.
- El carácter de “narrativa” que está acentuando Freeman en los últimos tiempos parece una opción adecuada, por cuanto que en lugar de presentarse como un modelo cerrado, al estilo neoclásico, se postula como una serie de relatos, metáforas, conocimientos, ejemplos y casos que permiten ver la realidad de la empresa desde una perspectiva alternativa; permitiendo sacar unas conclusiones diferentes en relación a las responsabilidades éticas y morales de los decisores, ampliando los grados de libertad de los mismos