Por Agustín Domingo
La robotización es un proceso imparable. Aún no sabemos hasta donde llegará porque hay ámbitos de la vida como la salud, la educación, la investigación, el arte o incluso la vida parlamentaria, que se resisten a la robotización. ¡Con lo fácil que sería dejar la vida parlamentaria en manos de máquinas programadas con inteligencia artificial y no en manos de parlamentarios que no sólo se desentienden de los programas sino, a veces, de la vida inteligente!
Pues bien, esta semana ha sido especialmente importante porque en nuestra ciudad se han producido dos acontecimientos que nos han permitido analizar este proceso cultural imparable.
Comenzamos con la presentación de un libro que reclama la desconexión. Ahora que desde la sociedad de la información se nos exige diseñar estrategias de inteligencia artificial, de robotización de los procesos y familiarización con los dispositivos móviles, resulta que viene un experto en comunicación y nos recuerda la importancia del “ayuno” digital. No satisfecho con esta invitación para dejarnos unas horitas sin guasap, resulta que promueve algo que los terapeutas están empezando a recomendar: la “dieta digital”. El profesor Isidro Catela nos recordó el pasado lunes la necesidad de familiarizarnos con nuevos procesos patológicos relacionados con la sociedad digital, a saber, los hikikomoris (persona aislada de la sociedad pero digitalmente conectada), la nomofobia (síndrome por la pérdida del dispositivo móvil) o el “estrés digital” (angustia que genera la espera de información).
Los educadores asistieron atónitos a las palabras de este profesor porque comprobaron que sus hijos y alumnos ya necesitan visitar al terapeuta digital porque están tan enganchados que parecen abducidos por el demiurgo de la nube. Esta nueva adicción parece importar poco a los responsables de grandes empresas de la economía digital. Tres días más tarde, analizamos en la Fundación Étnor este modelo de economía como un proceso de “robotización” porque la digitalización también está transformando los procesos productivos y las relaciones laborales. El director de fabricación de Ford, Dionisio Campos; el director de Innovadores by Inndux y la directora general de Industria, Empar Martínez, mantuvieron un animado coloquio donde analizaron el impacto de la robotización en los procesos industriales, en la formación de los nuevos empleados y en mundo de las nuevas relaciones laborales.
Unas relaciones laborales que cambiarán radicalmente en el futuro porque la robotización no sólo distribuirá o asignará procesos, funciones o puestos de trabajo, sino que sustituirá a muchos trabajadores. A su vez, exigirá nuevos empleados más versátiles, flexibles y mejor adaptados al entorno digital. Quizá más vulnerables porque el tiempo del proletariado laboral ha sido sustituido por el precariado digital.”