Por Josep M. Lozano
¿Qué valores predominan en nuestra sociedad? ¿Sobre qué valores orientar nuestras prácticas? ¿Qué valores compartir? ¿Cómo cambian los valores? Éstas son preguntas relevantes que se plantean en la mayoría de los países occidentales. La razón es clara, los valores son como las huellas dactilares, no se ven a simple vista, nadie tiene las mismas, pero su rastro queda presente en todo lo que hacemos. Martha Nussbaum, por ejemplo, parte de la premisa de que, en épocas de tensión y aceleración, toda sociedad necesita reflexionar sobre la solidez de sus valores más preciados. Pero apelar a los valores no significa necesariamente conservarlos o inmovilizar la sociedad, sino que también implica quererla criticar y transformar. Es decir, también hay una dimensión deliberativa o disputativa de los valores que sirve para dirimir opciones de vida buena diferentes o incluso opuestas que terminan por trasladarse al marco político y a los principios normativos que regulan nuestras vidas.
El problema es que para discutir sobre valores hay que saber primero cuáles son los nuestros, porqué los defendemos y cómo se adecuan a una realidad dinámica y cambiante. Y el problema también es que en los espacios de disputa pública (sea por la nueva ley del aborto o los disturbios de Can Vies) también entran en juego intereses y concepciones ideológicas opuestas. Aunque parezca una obviedad, el problema es que para discutir sobre temáticas que ponen (también) en juego los valores hay que empezar por saber discutir.
El Anuari de Valors 2013 que acaba de publicarse nos ayuda a avanzar en esta línea, ya que nos presenta de manera detallada cuáles han sido los grandes debates axiológicos del año a partir del seguimiento de la prensa de mayor difusión en Cataluña. Revisitar los debates acaecidos durante todo un año es una pequeña tarea de rumiante. Ante la aceleración de la actualidad, sólo podremos entender nuestro estado de ánimo mental si somos capaces de reflexionar sobre el tiempo vivido. Somos lo que decidimos, lo que hacemos y lo que discutimos. Pero, como ocurre en los arroyos de la costa del Maresme, para prever la torrentera que inundará las calles y casas en la población costera, debemos estar atentos a las tormentas y lluvias que a menudo tienen lugar más arriba. Los cambios sociales a veces parecen repentinos y disruptivos sólo por causa de una vida instantánea proyectada siempre hacia adelante. Quien mira demasiado atrás puede terminar petrificado como la mujer de Lot, pero quien sólo piensa en avanzar puede acabar dando vueltas a la noria como un asno, repitiendo los mismos errores. La reconexión con los valores exige una tarea compleja de acción y reflexión, de deliberación y discernimiento, una tarea de ajuste entre los juicios y los hechos, para entender nuestros aciertos y errores y para seguir readaptando nuestros pasos.
El Anuari de Valors 2013 detecta ocho temáticas clave del año y las ordena de acuerdo con su relevancia cuantitativa y cualitativa en la prensa. Estos ocho temas son: la problemática de la corrupción política en el conjunto del Estado español, las discusiones en torno al proceso soberanista en Cataluña, los recortes sociales y la crisis del Estado del Bienestar, la deriva de las primaveras árabes con conflictos humanitarios como el de Siria, la emergencia de la sociedad civil y la voz de los indignados, la extensión de la cibervigilancia, el debate mundial sobre el liderazgo (Papa Francisco, muertes de Mandela, Chávez o Thatcher), y finalmente las movilizaciones en defensa del derecho a la vivienda y los casos de escrache.
El análisis de cada caso permite captar la nube de valores que se pone en juego. Así, por ejemplo, el debate sobre la corrupción gira en torno a valores como la honestidad, la honradez y la integridad en la función pública o el papel de la ejemplaridad en los cargos públicos. El proceso soberanista detecta la tensión axiológica entre legalidad y legitimidad, reconocimiento y lealtad, y explora los límites del valor de la democracia (derecho a decidir). La crisis del Estado del Bienestar presenta como valores preeminentes de reflexión la solidaridad, la igualdad, la inclusión y la justicia social y la apelación a la dignidad humana. El caso del conflicto bélico de Siria plantea la difícil defensa de la convivencia, la democracia, el pluralismo (religioso, étnico y político) y los derechos humanos. El capítulo sobre la emergencia de la sociedad civil hace aflorar las reclamaciones de igualdad, justicia, solidaridad, transparencia, participación política y calidad democrática. En el análisis del ciberespionaje el debate es cómo hacer compatibles libertad y seguridad y cuál puede ser el destino de la privacidad o la intimidad de las personas en un contexto de vigilancia y control con la omnipresencia de las nuevas tecnologías. La atención mundial dedicada al tema de los liderazgos nos permite reflexionar sobre los valores del compromiso, el coraje, la determinación, la compasión o la responsabilidad. Finalmente, las movilizaciones en defensa del derecho a la vivienda han generado una forma de activismo social (el escrache) que nos obliga a pensar sobre los límites de la libertad de expresión y manifestación y la distancia entre intimidad e intimidación o entre protesta y sensibilización y coacción.
Estamos, en definitiva, al borde de una nueva frontera en la que, como siempre, hablamos de valores hablando de lo que hacemos, y viceversa. O aprendemos a reconectar bien hechos y valores o correremos el riesgo de cometer errores importantes.
[Artículo publicado con Àngel Castiñeira en La Vanguardia el 08.09]